El uso de dinero en efectivo está disminuyendo drásticamente en la hostelería. Cada vez más personas optan por pagar sus consumiciones utilizando tarjetas de crédito o incluso dinero digital. Anteriormente, resultaba incómodo usar la tarjeta para realizar pagos de bajo importe, pero en la actualidad, la comodidad prima sobre el tener que llevar monedas en el bolsillo. El cambio de tendencia se ha vuelto evidente, generando interrogantes sobre cuál método resulta más práctico, si el pago en efectivo o el uso de tarjetas.
La pandemia aceleró notablemente este declive del uso de dinero en efectivo. La implementación del sistema Ticket BAI ha impulsado a muchos establecimientos hosteleros a incorporar el uso de datáfonos al mismo tiempo que adoptaban la factura electrónica. La presencia de datáfonos en la actualidad no genera costes significativos, eliminando así la excusa de las comisiones bancarias para su rechazo.
Los costes asociados al uso de datáfonos se han reducido, pasando a ser una tarifa plana fija o variable según la facturación anual total del local. Dichas comisiones oscilan entre un 0,3 y un 1% de la facturación por tarjeta, lo que resulta bastante asumible para los hosterleros.
Los testimonios de distintos establecimientos coinciden en que los pagos en efectivo están disminuyendo progresivamente. Según Sara, gerente del Txistu, más del 50% de la facturación actual proviene de pagos con tarjeta, desde bebidas alcohólicas hasta cafés y vino, siendo especialmente notorio entre la clientela más joven, aunque la población mayor también ha empezado a adoptar este método de pago.
Incluso en aquellos locales donde predominaba el uso de efectivo, como el Arkua, se ha observado un cambio significativo, con cerca de la mitad de la facturación realizándose con tarjeta. A pesar de esta tendencia generalizada, hay un grupo que aún renuncia al uso de tarjetas: los habituales clientes que disfrutan del tradicional vino diario (txikiteros) prefieren mantenerse fieles al pago en efectivo.
Otra excepción es el sistema de bote para los grupos de amigos, que aún se realiza mayoritariamente en efectivo, a pesar de la creciente popularidad de métodos como Bizum. Además, el uso de dispositivos móviles como smartwatches para realizar pagos también está en alza, según la experiencia de Jon, quien gestiona varios locales de moda en Mateo de Moraza.
Aun cuando el dinero en efectivo parece tener sus días contados, todavía existen bares que no disponen de datáfono, una situación más habitual en los barrios de Vitoria-Gasteiz que en el centro de la ciudad. Algunos de estos establecimientos se niegan a aceptar datáfonos por motivos ideológicos, mientras que otros evitan facturar para no reflejar sus ventas. Sin embargo, la ley permite rechazar el pago con tarjeta, siempre y cuando se informe claramente al cliente antes de realizar la compra.
La gestión de pagos con tarjeta beneficia la contabilidad del negocio, simplificando considerablemente el proceso. Sin embargo, implica el pago de comisiones bancarias, aunque estas han disminuido significativamente en comparación con años anteriores. La desaparición progresiva de cajeros automáticos en las ciudades también ha contribuido al aumento de los pagos con tarjeta, convirtiéndose en la única alternativa en determinadas zonas donde retirar efectivo se ha vuelto una tarea complicada.
Con el inevitable declive del dinero en efectivo, el uso de tarjetas se ha convertido en el medio de pago más prevalente en el sector de la hostelería. La comodidad, la simplicidad en los procesos contables y la creciente escasez de cajeros automáticos son factores clave que han propiciado esta transformación en los hábitos de pago, planteando un nuevo paradigma para los hosteleros y clientes por igual.