Un simulacro de accidente aéreo movilizó hoy a más de 100 personas en la base militar de Villanubla, Valladolid. El escenario recreó un choque entre un avión civil y una aeronave del Ejército, poniendo a prueba los protocolos de emergencia y la coordinación entre diversas instituciones.
El ejercicio comenzó cuando un Boeing 737, afectado por el impacto con una bandada de pájaros, perdió comunicación mientras se aproximaba a la pista. Durante el descenso, el avión civil chocó con una aeronave E-24 del Ejército, provocando que ambos se estrellaran; la E-24 cerca de la base y el Boeing en las mismas instalaciones. La supuesta colisión resultó en tres muertes y 17 heridos, con cinco de ellos en estado muy grave.
Unos dos autobuses de la base asumieron el papel de los restos de las aeronaves, mientras que figurantes adoptaron los roles de heridos, tripulación y familiares. Para añadir realismo, se emplearon humo artificial y llamas controladas. El objetivo era evaluar los procedimientos de actuación y eficiencia de los planes de emergencia.
Entre el personal movilizado en la base aérea se encontraban autoridades del Ejército y del Gabinete de Comunicación, así como el Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi). Varias secciones especializadas, incluyendo rescate, contraincendios y sanidad, participaron activamente.
En el aeropuerto de Valladolid, se desplegaron el delegado de Aena, el servicio de extinción de incendios, y fuerzas de seguridad como la Guardia Civil y la Policía Nacional. Organismos regionales de Protección Civil también fueron parte crucial de esta movilización.
Además de los equipos humanos, se utilizaron avanzadas herramientas técnicas. Tres ambulancias de soporte vital avanzado y tres de soporte básico, junto a dos helicópteros de emergencias sanitarias, estuvieron disponibles. Drones de observación y un sistema anti-drones complementaron estas tecnologías.
Este tipo de simulacros son esenciales no solo para probar la capacidad de respuesta, sino también para identificar áreas de mejora en los protocolos. La colaboración de múltiples entidades refuerza la preparación ante posibles emergencias reales.
En resumen, el simulacro en Villanubla no solo verificó tiempos de respuesta y eficacia de los planes existentes, sino que también fortaleció la coordinación entre las diferentes instituciones implicadas, siendo un ejercicio crucial para la seguridad aérea en la región.